Lo hizo tras la victoria de 1970 el entonces presidente, el general Emílio Garrastazu Médici, quien, al igual que los otros militares de la dictadura, suele ser elogiado en las manifestaciones en favor de un nuevo golpe militar. Celso Unzelte, periodista deportivo y comentarista, explicó que la adopción de los colores nacionales es un retroceso al gobierno militar de Brasil, que dejó el poder en 1985, pero bajo Bolsonaro, un excapitán del Ejército que ha celebrado abiertamente ese régimen, la adopción del amarillo ha sido mucho más polarizadora. Empeñados en negar la legitimidad de la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones del 30 de octubre, estos se lanzan a la calle cada dos o tres días para pedir una intervención militar. Walter Casagrande Jr., exdelantero de la selección nacional, expresó sin rodeos el sentimiento de muchos de los críticos del presidente en la izquierda en un artículo de opinión: “La extrema derecha de Jair Bolsonaro ha destruido todo a su paso, incluido el afecto que tenía para el maillot amarillo. Pero ahora, el día del primer partido de Brasil en el mundial de Qatar, la camiseta amarilla, así como la propia bandera nacional, sigue secuestrada por los seguidores del presidente derrotado Jair Bolsonaro.

La camiseta amarilla y verde canario de la selección brasileña de fútbol se ha convertido en el accesorio elegido por los seguidores del presidente saliente, Jair Bolsonaro. “He entrevistado a presos políticos que intentaron rechazar la selección brasileña porque sabían que Médici se beneficiaría, pero cuando vieron los partidos no pudieron”, dice Ronaldo Helal, sociólogo especializado en el fútbol de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Entonces, la selección jugaba vestida de blanco, un color “carente de simbolismo moral y psicológico”, según lamentó un diario de Río citado en el libro Futebol , de Alex Bello. Otra novedad son los nuevos detalles azules que se incluyeron en la camisa tradicional de la selección brasileña como color complementario al lado del verde. Verónica, que vende libros y souvenirs en el aeropuerto de Belém, capital de la Amazonia oriental, ha colocado la camiseta azul marino de la selección de fútbol brasileña, que vende en su puesto por encima de la famosa camiseta verde y amarilla.

“Lula ladrón”, gritaba un millar de bolsonaristas delante del cuartel en la carretera de entrada de Belém, al igual que en cientos de otras ciudades. Resultó ganador un joven de 19 años, ilustrador en varios periódicos del sur de Brasil. Lanzó una campaña de video antes del torneo con el objetivo de despolitizar la amarelinha, como se conoce el kit en Brasil. La camiseta de la selección de fútbol es una suerte de indicador del estado psicológico brasileño. Adquirir una camiseta de fútbol puede ser una forma entretenida y alucinante de exhibir tu acompañamiento y lealtad a tu equipo preferido. Sócrates de profesión médico es uno de los grandes de jugadores de fútbol Brasil de los 80. Su biografía esta llena de anécdotas curiosas como el haber impulsado la instauración de la toma de decisiones democráticas en el equipo del Corinthians de Sao Paulo cuando Brasil era una dictadura. Sus inicios parecen ser debidos a un hijo de escoceses emigrados a finales del Siglo 19 a Brasil para construir el tren en la ciudad de Sao Paulo de apellido Miller, Charles William Miller, molinero en español. El truco de Bolsonaro fue hacer suya la simbología de las grandes protestas contra la corrupción del 2014-2015. Miles de manifestantes, muchos vestidos de canarinho , desfilaron por la avenida Paulista de São Paulo exigiendo la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, pese a que ella no hubiera cometido delito alguno, y el encarcelamiento de Lula, víctima de una politizada investigación judicial.

No es la primera vez que un político de la derecha intenta apoderarse de la simbología de la selección nacional. Además, todos los diseños incorporan la emblemática insignia de la selección en el pecho. Este Mundial fue el inicio de una larga carrera de triunfos en las Copas del Mundo que se repetirían en el Mundial de Chile de 1962 y México en 1970. La lista de sus condecoraciones es inacabable pero citemos algunas, Goleador del Campeonato Paulista en 9 ocasiones y otras distinciones que exceden el mundo del fútbol como Galardonado con el Premio de la Academia Francesa de Deportes en 1971, Galardonado con el Premio Internacional de la Paz en 1978, Deportista del siglo por la revista L’Équipe en 1980 o la Balón de Oro honorífico a la trayectoria por la FIFA o su galardón de la Orden del Imperio Británico en 1997. Su número de goles anotados totales es de mas de 1200 con el Santos, el New York Cosmos donde terminó su carrera y con la Selección de Brasil. En definitiva, es lo más parecido a un contrato vitalicio para un deportista ejemplar que este verano ya será monitor de los más pequeños en el Campus de Verano, entre el 1 y el 6 de julio.

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